Catarina es uno de esos lugares que siempre te deja con ganas de volver. Situado a solo cinco kilómetros de Masaya, este pequeño municipio en el departamento de Masaya es un destino obligatorio para el turista nacional y extranjero. Y no es difícil entender por qué.
Desde el Mirador de Catarina se puede apreciar en todo su esplendor la laguna más grande de Nicaragua, la laguna de Apoyo, de origen volcánico y formada hace más de 20 mil años tras una gigantesca erupción.
Además, desde el mirador se puede observar el imponente Mombacho, el lago Cocibolca y sus isletas y la colonial Granada. Una panorámica que maravilla hasta a los más exigentes.
El Mirador de Catarina es un lugar muy popular por las familias durante los fines de semana. Allí, además de disfrutar de la vista, se puede dar un paseo a caballo o comer en los restaurantes que ofrecen su servicio al público. Los platos típicos de la región, como el gallo pinto, el vigorón y la sopa de mondongo, están entre las opciones disponibles para los visitantes.
Pero la vista no es lo único que Catarina tiene para ofrecer. En el pueblo se contabilizan más de un centenar de puestos de artesanías, unos sesenta viveros, más de cincuenta talleres de madera, cuarenta de textil vestuario y 15 talleres de bambú.
La creatividad de sus artesanos es algo que no se puede pasar por alto.
En los talleres de madera se puede apreciar el talento de los carpinteros, quienes transforman la madera en hermosas esculturas y piezas de mobiliario. Las piezas van desde pequeños souvenirs hasta muebles de gran tamaño. Las artesanías textiles también son muy populares en Catarina.
Los visitantes pueden ver cómo se tejen prendas a mano, como hamacas, bolsos, manteles y ropa, y pueden llevarse un recuerdo de la habilidad de los artesanos de Catarina.
El taller de bambú también es un lugar que no se puede dejar de visitar. Los artesanos utilizan la planta para hacer cestas, muebles y otros objetos decorativos. La versatilidad de este material natural es impresionante y los visitantes pueden ver cómo se utiliza para crear diferentes piezas.
Pero el atractivo principal de Catarina son sus viveros. Poseedora de un clima agradable todo el año, esta zona es óptima para el cultivo de plantas ornamentales. En este acogedor y pintoresco pueblo abundan los jardines y viveros que ofrecen al público variadas especies de plantas.
Los viveros hacen de Catarina una “ciudad jardín”, por sus hojas y flores multicolores. Esta actividad económica se desarrolla usualmente en familia. Son pequeños negocios heredados y que han aprovechado el auge del turismo que surgió a inicios de la década del 90.
La mayoría de las plantas que se ofrecen en Catarina son cultivadas por los lugareños.
Además de los viveros, Catarina también es famosa por su creatividad artesanal. La madera es uno de los principales materiales utilizados para la elaboración de artesanías en este lugar, con talleres que ofrecen desde figuras talladas hasta muebles y utensilios de cocina.
También es común encontrar trabajos en cuero, textiles y bambú, todos ellos realizados por manos expertas.
Los artesanos de Catarina han llevado su trabajo a la fama, participando en ferias y exposiciones a nivel nacional e internacional. Sus piezas son únicas y de alta calidad, y son un recuerdo perfecto para los turistas que visitan este lugar.
Y qué mejor forma de completar una visita a Catarina que disfrutando de su gastronomía local. En los restaurantes y comedores de la zona se pueden degustar platos típicos nicaragüenses como el gallo pinto, el vigorón o el nacatamal, así como deliciosos postres como el quesillo o el tres leches.
La plaza central del pueblo es un lugar perfecto para disfrutar de la tranquilidad y la belleza de Catarina. Allí se encuentra la iglesia de Santa Catalina, patrona del municipio, cuya construcción data del siglo XVIII y que es un importante patrimonio histórico y cultural de la zona.
En resumen, Catarina es un lugar que no puede faltar en la lista de destinos turísticos de Nicaragua. Su maravillosa vista, su clima envidiable, la creatividad de sus artesanos y sus coloridos viveros hacen de este lugar un destino obligatorio para el turista nacional y extranjero.
La riqueza cultural y natural de este pequeño pueblo es una muestra más del encanto que guarda este país centroamericano.
